De la misma manera que Reinaldo Arenas construyó relatos sobrepoblados de delirio, Yo, yegua fragmenta, tuerce y retuerce paródicamente la realidad biográfica para así permitir vislumbrar la envergadura de una reprimida realidad social. Renuncia a la dramatización de la diferencia de los estilos, reniega de la culpa. Los cuerpos son lo que son, fragmentos, frases, gestos, acciones, viajes por la ciudad. Dolores-Lola borda, adoptando íntegramente la máscara y la pose del bordado. Borda nombres, rehace una memoria extraviante, crea, hilo en mano, una superficie que se sustenta sobre un soporte macabro: muerte, toque de queda, vigilancia.
Diamela Eltit
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