El acmeísmo, corriente estética a la cual adscribieron grandes poetas rusos como Ajmátova, Ivanov, Kuzmín y Gumiliov, se propuso como horizonte de búsqueda un tipo de superación formal asentada en las bases de un concretismo propio de la época que les tocó transcurrir: la transición de una Rusia tradicionalista a una Unión Soviética con hambre de vanguardia. Siguiendo a los suyos, pero sosteniendo un estilo erudito, algo culterano, Osip Mandelstam ensayó en Viaje a Armenia un acercamiento a la geografía del mentado país bajo la sensación de estar construyendo un nuevo lenguaje. De Seván a El Alaguioz, pasando por Ashtarak o Sujumi.
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