¡Tilín, tilín! Ha llegado el señor Pichón, el vendedor de felicidad. Y ustedes se preguntarán: «¿La felicidad se vende?». Así es, en tarro pequeño, grande o tamaño familiar. Todos los vecinos reconocen el ruido de su destartalada camioneta y salen a la puerta a recibir al persuasivo vendedor. Hay quien compra un frasco de felicidad para compartir con los amigos; otros, uno envuelto en papel de regalo para Navidad, para repartir entre sus hijos, para sus nietos…
CORREO ARGENTINO
DESCUENTO DEL 10% POR TRANSFERENCIA BANCARIA
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