Está sola en su casa pintándose las uñas cuando recibe un llamado: a su madre le acaba de explotar un aneurisma. Durante los próximos cinco años, esa mujer va a estar internada, en un estado limítrofe entre la vida y la muerte. Ella, hija única, tendrá que hacer su propio camino de dolor, de incertidumbre, y tomar las decisiones que su madre ya no puede tomar. Este es un relato también sobre un linaje familiar de hombres que se enferman, el amor por los perros y la reconciliación con la soledad. “Así como existen la buena y la mala compañía hay también buena y mala soledad. Y yo, me parece, quería eso: una buena soledad”, escribe.
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