Dos mundos vertebran este libro. El primer mundo es el del orden: la ley del padre, el hijo que duerme, unas vacaciones en familia, la monotonía del lecho conyugal. El segundo es el que sobreviene cuando las paredes se han derrumbado. Una no elige cuándo caerse es el relato de una crisis, pero de una crisis luminosa. La protagonista (a veces una presencia central en el poema, otras elusiva) se desmorona lenta, inexorablemente. Vanina Colagiovanni compone una lúcida y hermosa bitácora de la esforzada conquista de una misma, de la alegría después del dolor.
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