Una familia vive sus días en los suburbios de una ciudad francesa. Corren las últimas décadas del siglo XX. Padre y madre, exiliados de la dictadura argentina, reconstruyen su vida y deciden criar a sus hijos en la cultura del país que los adoptó. Pero la vida está hecha de casualidades y decisiones que tienen consecuencias imprevisibles. Una separación, la elección de una carrera universitaria, una amistad, entre otras cosas, depositan a Harmonica, una de las hijas y la narradora de esta novela, en Buenos Aires, donde iniciará un raro periplo para plantar un árbol genealógico.
Hay despedidas y reencuentros, hay amores frustrados, remordimientos. Hay una potencia narrativa que Monica Zwaig administra con maestría y que logra desplegar en este libro, pergeñado lejanamente en su francés natal pero escrito en un terso y elegante castellano, un castellano tan demoledor como dulce.
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