La sorpresiva visita de su ex para devolverle la plata de las vacaciones lo saca en cierto modo del letargo. Descubrir que está embarazada no le impide, sin embargo, fantasear en la ducha con ella, con panza y todo, hasta que de nuevo le sobreviene esa puntada detrás del ojo. Ese día se cumple un año de la muerte de su abuelo. Debería ir a la ceremonia (aunque eso implique ver a sus primos o que le pregunten por el trabajo que ya no tiene); debería, ahora que puede, pagar la luz antes de que la corten. Con el fajo de billetes en el bolsillo sale a una ciudad repleta de basura y absorta en la noticia de un asalto que se repite en todos lados. Y de a poco, un día que parecía uno más cobra un cariz cuasi epifánico.En su primera novela, Matías Capelli combina a la perfección una prosa de imágenes poéticas y originales con esa sensibilidad peculiar (que ya despuntaba en los relatos de Frío en Alaska) para detectar en los detalles un sentir absolutamente contemporáneo. Un relato sutil, en el que la mirada ausente, 'con gusto a sentimientos macerados en un recipiente hermético', que parece esmerilar todo, traiciones, estafas y deseos, comienza a ceder lentamente en la bruma de la madrugada, a la espera de un próximo día menos cruel que el anterior.'
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