Tomas familiares puede leerse como un rompecabezas cuyo secreto reside en que nunca se resuelve. Esta situación ocurre no por falta o sobra de alguna pieza, de algún elemento, es decir por alguna clase de déficit o exceso textual, sino al contrario, a causa del talento de Juan González del Solar para avanzar por esa línea delgada, casi imposible, que bien podríamos llamar familia, o tal vez vínculos familiares. Los relatos que integran este libro giran todos en torno a ese tema, con una escritura precisa y sobria que, al mismo tiempo, exhibe y oculta a lo familiar como un espacio de extrañeza, de leves desajustes y de un amor tan necesario como complejo. Allí, entonces, aparece la gracia del asunto, la no resolución, el sutil desplazamiento de sentido entre cada sección de cada cuento, y entre cuento y cuento: un dato menor, una reflexión íntima, un sentimiento de incomprensión, un malentendido, un flashback que, en lugar de resolver un dilema, lo profundiza; cada uno de esos detalles permite que la narración se dispare, se desarrolle y se afirme, como se afirma en la lectura la impresión de estar frente a un narrador consumado.
Damián Tabarovsky
CORREO ARGENTINO
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