Copi y Riccardo Reim, el primero de Buenos Aires y el segundo de Roma, atravesando formaciones culturales que es lícito suponer muy diversas, escriben -por única vez- este texto a cuatro manos y descubren universos compartidos -de Ionesco a Arrabal, del non sense de Carroll a Herzog.
Secuestros, revoluciones, drogas, torturas, golpes de Estado, propuestas obscenas: todo transcurre rápidamente, en un 'aparente' realismo pacato, delante de nuestros ojos, en esta obra extraña que pudo concebirse con el criterio de una historieta, punteada por viñetas imaginarias. Por eso, tal vez, los autores sintieron la necesidad de ilustrarla. Lo que más impacta de este texto es la idiotez total y aberrante de los personajes por perpetuarse en su propia aniquilación. Porque nos hacen sospechar que están jugando sin siquiera saberlo ellos mismos. ¿Por qué? ¿Quienes son? ¿Vienen de Milán -como dicen- o de Buenos Aires? Le pedí a Reim, por teléfono, que me lo explique. Me respondió con dos versos de una canción de Nilla Pizzi: 'tienen la cara todavía de niños, y un sombrero de plumas alpino
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