El imaginario de la cultura política del siglo xx generado en torno a Stalin es simplificador: Stalin fue una máquina de matar, de exterminio. Sin embargo, es un error juzgar a Stalin desde nuestros valores y tacharlo solamente de «monstruo». Al hacerlo, nos alejamos peligrosamente de una historia fidedigna del siglo xx y desvirtuamos el presente. Además del «monstruo», Robert Service nos presenta al hijo de un hombre alcohólico y de una mujer devota; al joven revolucionario y marxista; al político y estadista; al intelectual y poeta. Más allá del Stalin que la propaganda nos ha legado, está la encarnación del orden comunista, el hombre de Estado que reforzó las estructuras de la Unión Soviética e impidió su desmoronamiento.
Robert Service, haciendo uso de los archivos desvelados tras la disolución de la Unión Soviética, ha dedicado treinta años a la investigación rigurosa y pormenorizada del líder soviético para examinar su compleja figura, carrera, impacto y extraordinaria personalidad, y reconstruir al hombre que hay detrás del mito.
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