El ciclo universitario que transcurrió entre los años 1966 y 1967 fue el último en el que La Sorbona reunió a los estudiantes de filosofía y psicología juntos en un mismo curso, como si la psicología todavía necesitara un último empujoncito para dar sus pasos tambaleantes hacia la independencia que –como sabemos– nunca es completa. Con esta excusa, Gilbert Simondon eligió como título de su seminario “La sensibilidad”, y es ya toda una elección. Aquel curso, junto a otros dos de la misma época, “Fundamentos de la psicología contemporánea” e “Iniciación a la psicología moderna”, componen este libro.
Aquí tenemos una historia integral de la psicología. Simondon se niega a delimitarla como un campo exclusivamente humano y, dentro de lo humano, exclusivamente consciente (con su sub- y su in-). Lejos de ello, compone una psicología con el mundo vegetal, animal y también maquínico, es decir, no exclusivamente humano. Pero además la amplía más allá y más acá del campo de la conciencia, no solo hacia las regiones ocultas del subconsciente y el inconsciente –como hace el psicoanálisis–, sino también hacia múltiples operaciones que no pertenecen exclusivamente “a la conciencia”: la sensibilidad, la motricidad, las reacciones ante el medio luminoso y sonoro, las orientaciones de movimiento, entre otras.
A partir de esta ampliación de fronteras y con el eje siempre puesto en la noción de sensibilidad, caerán bajo la lupa de Simondon las más diversas corrientes, autores y prácticas, desde la psicología patológica, la psicología social y la psicología genética hasta la Gestalt y el primer psicoanálisis.
Tendrán su capítulo original, por último, las experiencias pedagógicas europeas que trazaron una fuerte conexión con las teorías psicológicas en boga en la época, como las escuelas de Montessori, Decroly y Freinet.