Aunque este libro fue escrito mientras su autor vivía y trabajaba en Pekín, sus cuentos rara vez hacen referencia a un tiempo y un lugar. Parecen ficciones abstractas, desprovistas de todo costumbrismo, cuyos personajes podrían interactuar en las afueras de Buenos Aires, trabajar en las oficinas de una multinacional en Singapur o pasear por ls calles de Hánoi. La mayoría de estas narraciones indagan en lo fantástico, en profecías autocumplidas, en tramites absurdos que deben ser realizados a la perfección. Entre el microrelato y la fábula kafkiana, las narraciones que componen Sección 6 se sumergen en lo burocrático. A veces, el trámite inicia como una simple mudanza, otras veces el protocolo exige la total dedicación por parte de los trabajadores que deben respetar el procedimiento con todo detalle. Lo cierto es que lo administrativo aparece en distintas formas: a través de la voz de uno de los personajes, en una planilla que lleva el encargado de un flete, en el orden que deben mantener unas cartas, o, incluso, en la descripción orgullosa del modo de trabajar en el nuevo matadero. En todos los casos, existe un reglamento que determina las posibilidades de acción y los pasos a seguir. Al contrario de las crónicas, memorias y diarios de principios de siglo, Juan Manuel Cortelletti apuesta por el enrarecimiento. Busca producir la sensación de estar en un universo extraño, que no se comprende, pero cuyas consecuencias son palpables e incuestionables. La sensación de habitar un mundo insólito, delimitado por reglas que se desconocen, se multiplican con cada página.
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