Un poema es hermoso, escribió Huidobro, porque crea situaciones extraordinarias que necesitan del poema para existir en algún lado. El libro de Eleonora González Capria es un inventario de este tipo de situaciones. De hecho, Revientacaballos nos sumerge en una realidad imposible de constatar, hecha de apariciones dislocadas, de escenas de infancia un poco ominosas, de sombras de discurso donde se esconde, siempre enigmático, el sujeto poético. “Lo que hay que traducir —dice el poema ‘Borrador de una traducción’— es el recuerdo / de ese origen bajo el agua buscando palabras como / océano, transmutación, pinzones”. Así es: cualquier traducción es ella misma traducción de otra cosa, que solo la memoria más arcaica puede rescatar. Por eso en este libro, la materia entremezcla sus órdenes, permitiéndonos atisbar una suerte de naturaleza animada, donde la “fauna terrestre” dialoga con el herbario mágico, y la filosofía natural con la razón oculta de las afinidades y los desacuerdos. Nada se cierra aquí, a lo sumo se condensa en carozos verbales, que quedan ahí, como colgando del encabalgamiento felizmente arbitrario de los versos. El resto es una estética del detalle que se resiste a ser encasillada, una dicción que deslumbra en sus vaivenes siempre imprevisibles.
María Negroni
CORREO ARGENTINO
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