En septiembre de 1988, el tecladista de Proceso a Ricutti caminaba por la peatonal de la ciudad de Córdoba y escuchó desde el interior de la disquería Edén la grabación oficial de ‘Yo fui relator de salto en alto’, el hit del recién estrenado LP de la banda, Danza mogo. Ese mismo día, pocas horas más tarde, les comunicó a sus compañeros que abandonaba el grupo.
Esta es la historia de Proceso a Ricutti, el grupo de rock cordobés surgido en los años ochenta que más cerca estuvo resonar más allá de los límites de la provincia. Tenían repertorio, un hit establecido en el gusto popular y un disco publicado desde Buenos Aires por un sello multinacional. Pero, ahora lo sabemos, con eso solo no alcanza. También es la historia de una época —la transición, tan traumáticamente liberadora desde la perspectiva rockera, de la dictadura a la democracia— y un territorio: Córdoba Capital, Río Tercero (la patria chica de Proceso a Ricutti), ambos atravesados por los avatares constantes de este país llamado Argentina.
Como dice Gustavo Álvarez Núñez en el prólogo de este libro: “La existencia de Proceso a Ricutti se transfigura en la historia de una generación y sus búsquedas, de sus inquietudes y sus golpes. […] Relato de un salto en alto se lee como se lee todo lo que escribe Dirty Ortiz: rápido y con ganas de más. Uno se puede enganchar con el detalle como con el cuadro grande. En tanto, nos rendimos a sus impresiones de testigo privilegiado: como letrista de varias canciones de Proceso a Ricutti, él fue el encargado de la lírica de ‘Yo fui relator de salto en alto’, la desopilante y furibunda canción que tejió la leyenda”. Haciendo equilibrio entre la memoria de iniciación, la autobiografía, el periodismo gonzo, el ensayo cultural y la ya casi sepultada crítica de rock, Dirty Ortiz y su Relato de un salto en alto le abren la puerta a la narración definitiva de una década bisagra, donde se cocinó un caldo con ingredientes explosivos: La Fura dels Baus y Los Burdos; La Falda y los Chateau Rock; los levantamientos militares y la hiper inflación; el angelocismo y Leónidas Miani cada medianoche en la tv; Los Twist y The Cure; Sumo en Carlos Paz y unos desconocidos
Redonditos de Ricota de gira por los medios y los pubs de la ciudad. Solo una época con semejante efervescencia pudo engendrar la milagrosa existencia de Proceso a Ricutti.