En Razones públicas, Andrés Rosler traza un retrato histórico-conceptual del republicanismo que desmiente por completo la imagen con que se lo suele asociar: la de un discurso anticuado, conservador, que moraliza lo político, obsesionado por limitar el poder e incapaz de hacer frente a sus enemigos. A contrapelo de esa visión, el autor desarrolla su argumentación a partir del análisis de cinco aspectos republicanos claves: "la libertad como no dominación, la virtud como soporte motivador y epistémico de la participación cívica, el debate como el elemento constitutivo de la política, la ley como la otra cara de la libertad y la patria como el espacio particularista aunque estrictamente institucional de la república"; y de su contracara, el cesarismo, que surge "cuando la libertad cede su lugar a la dominación, la virtud a la corrupción, el debate a la unanimidad, la ley al capricho de los gobernantes y la patria al chauvinismo".
El recorrido es amplio: porque la historia de la república, desde sus orígenes romanos hasta la actual República Francesa, pasando por las repúblicas del Medioevo tardío, las de la Modernidad temprana y la norteamericana, es larga, como lo es la lista de los pensadores que reflexionaron sobre ella. Rosler lo sigue con dominio teórico, erudición y claridad expositiva; sin ocultar sus lados oscuros, como la convivencia en ciertos momentos de la república con la esclavitud, y echando luz sobre los asuntos tratados con una original variedad de recursos: la teoría republicana clásica, de Cicerón a Maquiavelo, pasando por Salustio y Tito Livio, pero también pensadores modernos y contemporáneos, imágenes tomadas de la pintura y la literatura, escenas de películas o argumentos operísticos. La obra nos proporciona así una imagen viva del discurso republicano, que nos atrae no solo por sus propiedades inherentes, sino también por lo que hay en él de nuestras propias experiencias políticas y aspiraciones.