Soñar el fuego: un incendio al terminar la obra, una culminación irrealizable desde la práctica, pero que simboliza la filosofía de Eugenio Barba. Uno de los teóricos más influyentes de las artes dramáticas reflexiona en torno al quehacer teatral como un artesano de oficio, haciendo un contrapunto entre su vida personal y sus exploraciones profesionales.
Quemar la casa oscila entre el ensayo y la autoficción, derriba los muros que aíslan el método de la representación a la vez que descubre los secretos de su estructura, desde lo orgánico, pasando por lo narrativo hasta llegar a lo evocativo: último estadío en el cual el espectáculo se supera a sí mismo empujando al espectador -y al lector- a trascender sus propios límites.
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