Con una escritura depurada y un trabajo de investigación bibliográfica exhaustivo, Mariana Dimópulos construye una ficción protagonizada por dos mujeres sobre los años 70 en Argentina.
En la novela Quemar el cielo una mujer de hoy va en busca de otra en el pasado, paradójicamente más joven. Como entre otras cosas las separa el tiempo, el trabajo de esa búsqueda la obliga a sumergirse en la historia argentina reciente, cuando la militancia coincidió con la violencia política. Y a ese trabajo se entrega, y comienza así:
“Voy a la cita en un lugar demasiado céntrico, en un bar de la avenida Córdoba con tantas luces, temiendo, aunque en esto nada haya de clandestino. Voy como si ella fuera. Me espera una mujer que, según lo acordado, me pondrá en contacto con otros sobrevivientes, una mujer de quien no conozco la cara. Digo sobreviviente y me desdigo. Voy como si fuera ella para averiguar de un pasado que no me pertenece, pero que hubiera debido desde hace un tiempo, desde la confabulación de las paredes, el insomnio y la noche. Soy una hipótesis, o al menos voy con su paso ligero. Tiene, de pelo, un arbusto. Está sentada en una última mesa junto a la puerta del baño. Sé que es la mujer de mi cita.”
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