Pranzalanz consta de quince relatos. Se presume la existencia de una cartografía secreta que no da cuenta tanto de los contornos ni de los puntos diseminados en el espacio, como del dibujo que se realiza de un lugar a partir de las tensiones de las historias que lo definen. Esta serie de relatos (algunos breves como postas ilusorias; otros más extensos, a la manera de imprevistos mares) invita a una exploración, en la que cada lector se interna sin otra guía más que su propio deseo errante por la aventura. Historias que se nutren de fuentes apócrifas, en las minucias del mito o de ciertas leyendas urbanas, para devolver la inquietante certeza de lo inesperado. A fin de cuentas, la obra se presenta como un mapa perplejo por las intuiciones del asombro.
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