Este libro trata sobre el malestar: sobre la pena, el duelo y la desolación, sobre fiebres, contracturas y hospitales, sobre perder la cabeza y encontrarla cambiada. Poetas del dolor reúne, traduce y alienta a pensar con cuatro mujeres que vivieron y escribieron en tiempos diferentes: Emily Dickinson, Virginia Woolf, Sylvia Plath y Linda Pastan. La primera nació hace casi dos siglos y la última murió hace muy poco, pero para ninguna parece haber sido fácil vivir y escribir en momentos y contextos donde no se suponía que una mujer debía pasarse la vida escribiendo. Aunque tuvieron todas un vínculo innegable con el dolor, no fue de ninguna manera uno exento de debates y contradicciones. El dolor, ante todo, nunca es obvio, y las preguntas que nos plantea, y a cuya exploración se aboca este libro, no admiten que las ignoremos. Las mejores traducciones podríamos afirmar parafraseando a George Steiner son siempre el pago de una deuda de amor. Inmediatamente al comenzar la lectura, y esa impresión solo se va ahondando mientras nos adentramos en la presentación y la traducción de estos magníficos poemas, vamos comprendiendo hasta qué punto este libro fue un trabajo íntimo para Renata Prati. Porque el dolor ofrecido fraternalmente se carga de una dimensión que nos redime. Un trabajo íntimo, entonces, el de escribir y traducir a estas poetas del dolor, y también necesario. No hay ningún otro criterio, dice Rilke, para juzgar una obra de arte.
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