Hay en toda obra de arte algo ya cumplido y algo que espera cumplirse. La belleza artística vive y extrae su fuerza de la condición doble de ser la cosa que vemos y la de ser, en esa misma cosa, lo invisible, lo que espera verse. “Persecución” quiere decir en este ensayo insistencia e indagación: la persecución de poner en palabras una presencia, la de lo bello, que desborda siempre las palabras. Es también la tentativa que descifrar los contornos del rostro único de esa duplicidad: el rostro de la belleza.
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