“El dolor no termina nunca, sólo cambia de forma”, dice en un reportaje Keanu Reeves. Peritaje inconcluso trata de esto y de muchas cosas más. Como en el relato Maud Evelyn, de Henry James, los muertos tienen más potencia que los vivos. Esta es una novela mántrica porque la locura de la pena vuelve una y otra vez. Y también es un ensayo sobre cómo el arte es lo más serio del mundo, sobre todo para lidiar con esa pena.
Fabián Casas
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