Corre 1967 y la vida de un revolucionario está a punto de terminar en la yunga boliviana. Su pequeño grupo de combatientes, ya devastado por la lucha, se enfrenta a la orfandad en la que los deja la muerte de su líder. Con la maestría de una autora ya consagrada, Raquel Robles maneja los tiempos urgentes de quien es perseguido y el cadencioso ritmo de quien necesita dejar testimonio de su propia existencia en los oídos amorosos de un eventual compañero. Una muchacha se enamora de un hombre que le habla de otro hombre. Un hombre que tal vez sea ese o sea otro. Entre ellos, con ellos, la selva, sus sonidos, su latido; como afuera entre las hojas, adentro de la casa que los protege palpita la amenaza de la muerte. Las armas inútiles se acarician como a animales salvajes, imposibles de domesticar y sin embargo se acunan. El amor es heroísmo, se abraza con su fuego a la derrota. El heroísmo es amor y por tanto, propiedad común, sin dueño. Raquel Robles escribe morosa, bellamente, y convierte a la aventura, en aventura de vivir. Papá ha muerto, dice, dicen, pero qué importa; esta escritura materna y protege, hace refugio contra toda orfandad.
Marta Dillon
CORREO ARGENTINO
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