Chicas sirenas que matchean en OkCupid; el deseo traspasándose desde un hermano accidentado a su hermana, sana y poseída; el amplio espectro de posibilidades que implica la amistad y sus roces y siempre ahí, entre medio, el cuerpo. Cuerpos en las exploraciones de sus posibilidades, de lo que es propio y se desconoce, de lo que es ajeno y se descubre. Cuerpos que actúan y se enredan en la confusión de lo real con lo representado. Cuerpos enfermos, alterados, simbióticos, mutantes, híbridos, cyborgs, caníbales. Cuerpos que se pierden o que se encuentran y, en la ilusión de la unión total, “enroscan sus piernas como serpientes y se pasan uno al otro lo hechizante y lo venenoso”. Estos cuentos de Agostina Luz López están poblados de conversiones anímicas, transformaciones místicas y metamorfosis físicas. La piel de sus personajes suele ser porosa, tenue hasta casi no poder funcionar como un límite para esos tejidos que contiene. ¿Hasta qué punto un cuerpo es propio o ajeno? ¿Cuál es el borde que divide lo animal de lo humano, lo cotidiano de lo mítico? ¿Cómo logra un cuerpo formar parte de su entorno, volverse paisaje, playa, monte y no poder dejar de serlo? En los ocho cuentos de Otro planeta, Agostina explora posibles respuestas a estas preguntas y con minuciosidad y frescura se adentra en los deseos de sus personajes —“eso que les sobra, que no es de ellos pero llevan adentro, como a un bebé”— hasta deslumbrarnos y asombrarnos por completo.
Federico Falco
CORREO ARGENTINO
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