Nuestros adolescentes son jóvenes adultos a punto de descubrir que la adultez es una construcción absurda, un castillo de naipes que se puede derrumbar en cualquier momento pero que a veces es necesario sostener. Malena se enamora del hijo del presidente, Simón descubre su talento para jugar poker por guita, a Rita le da psoriasis de pensar. Lo que le pasa a nuestros adolescentes es la tensión de una crisis suave: la idea de que los demás flotan donde nos ahogamos y desaparecemos, y la propuesta superadora de que todo estado de quiebre puede suceder con parsimonia. Entre computadoras conectadas con oriente, mensajes de texto, casas de abuelas ficticias, estos “adolescentes” se hacen cargo de lo que pueden con la crudeza de la pluma de Juana Isola que imprime la lógica de la plataforma: cualquier fenómeno parece equiparable a cualquier otro sin importar su espesor. Esta primera novela domina con magisterio la angustia de la contemporaneidad y nos hace pasar de la risa a las lágrimas sin pedir permiso, como entrar a una fiesta sin invitación y hacer de cuenta que somos amigos de todos.
Malén Denis
CORREO ARGENTINO
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