A pie, en bondi o en tren, el callejeo ofrece estímulos para una percepción por momentos alterada: roces, contactos, suelos que parecen hundirse, luces de frente que producen mareos, accidentes, peleas, golpes, confusiones, se alternan con destellos de estabilidad y luminosidad, pequeños hallazgos estéticos, momentos efímeros de convivencia con desconocidos, encuentros y desencuentros con amigos, coqueteos, notas de belleza, atención a los propios movimientos. Mensajes van y vienen en celulares que se quedan sin batería, paradas estratégicas en kioscos para abastecerse en lo impredecible de la noche o el día. Ánimo en suspensión, estado permanente de promesa.
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