Nos han enseñado que los libros han de ser recios, duros, siempre nuevos para que sus páginas no crujan, olorosos. Por dentro y por fuera. En su contenido y en su continente: los libros han de ser machos. Y universales. Y totalitarios… Pero no. Pues como este ensayo plathiensemente titulado demuestra, los libros también pueden ser seres frágiles, vulnerables, vidas volátiles a las que hay que cuidar con las manos y con el alma al leerlos. María Magdalena nos ha dado una biografía personalísima de Sylvia Plath. Leer sus reflexiones sobre la maternidad y sobre la muerte es como acercarse con los dedos a la fontanela de un recién nacido. Piel delicada que dentro guarda un latido intenso. Páginas leves que dentro guardan el latido de tantas ideas sobre lo que significa ser una escritora a la que tomaron por loca. Nunca la fragilidad había sido tan peligrosa como entre estas páginas. Por eso estoy convencida de que nos encontramos ante una de las más apasionantes aproximaciones a la vida y a la obra de la autora de Ariel. Sea el milagro.
Texto de Luna Miguel
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