Un año antes de la temporada infernal en una empresa nipona vivida en Estupor y temblores, Amélie Nothomb se sube en Tokio a la montaña rusa de una hilarante educación sentimental en brazos del muy delgado y muy oriental Rinri, un ávido lector de Stendhal que sueña con entraren la orden del Temple. Amélie, decidida a aprender japonés enseñando francés a los autóctonos, conoce a Rinri en un bar. Pero, pocos días después, la relación entre maestra y alumno dará paso a una hermosa historia de amor.
La primera noche de pasión se inicia con un cómico episodio en que profesora y alumno comparten una insípida imitación japonesa de la célebre fondue de queso francesa; le seguirán un viaje a Hiroshima y la lectura insitu de Hiroshima mon amour, un libro que Inri detesta y no logra comprender, y el ascenso al monte Fuji, en el que la belga es poseída por el espíritu de la montaña. Estos son sólo algunos de los episodios que nos sitúan, una vez más, ante una rica y peculiar visión de Japón, la de alguien nacido allí pero cuyos orígenes son occidentales.
Nothomb analiza sus experiencias desde una perspectiva casi antropológica, nunca exenta de ironía. Tan ácida y desternillante como la primera, la segunda incursión japonesa de la escritora belga se lee con gran placer desde la primera hasta la última línea.
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