Ni chico ni chica es una novela que va encontrando su forma en la medida en que lo hace su protagonista. Mientras el relato se despliega en anécdotas y situaciones narradas por la voz de una alumna e hija inadecuadas, la verdadera transformación se produce silente, por lo bajo, hasta que aflora. Belén Mentasti recurre al reino vegetal, acaso en un intento de deconstruir el binarismo, de inventar un modo de nombrar, de liberar al cuerpo humano del peso de ser, al ser nombrado, con el anhelo de poder parecerse más a la amoral existencia de una flor. Romina Paula Me empecé a deshojar mientras corríamos a toda velocidad, dice la protagonista de esta historia: Ni chico ni chica es una novela de búsqueda. El hueco que se respira entre dos puntas. La luz que asoma después del salto hacia el otro lado. La posibilidad de habitar aquello que no se puede domesticar. Una manera de pensarse en el mundo que se habita. La mirada sobre el cuerpo. El deseo. También, una época. La escritura de Belén Mentasti no da vueltas, nombra, le pone voz a la palabra contenida. Ilumina con su trazo, emociona de principio a fin, sin soltar el aliento.
Lía Chara
CORREO ARGENTINO
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