La galería de personajes que desfilan por las páginas de Nada nos puede pasar está poblada de adolescentes que crecieron en la última década del siglo XX. Es la generación que vivió el cambio de paradigma de un mundo al otro: de la televisión a la pantalla del celular; de ser espectadores de programas juveniles a protagonizar sus propias vidas en redes sociales.
Ligeros y divertidos, dramáticos y graves, estos cuentos vienen a recordarnos, entre citas de canciones, cástings para programas de talentos, telenovelas juveniles y primeras experiencias sexuales, que todos brillamos alguna vez, aunque más no sea en un papel secundario.
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