Este libro comienza con el diario de un adicto a la morfina y concluye con la confesión de un homicidio. En el medio hay relatos sobre la Rusia profunda, sobre coches tirados por caballos a través de la nieve y sobre alguien que, en mitad de la noche o al despuntar el alba, se levanta de su cama con el propósito de salvar una vida. Y a veces lo logra. El protagonista es un joven médico, recién egresado de la universidad, que es enviado a realizar sus prácticas a un hospital rural en la localidad de Múrievo. Se trata de un pueblo sin electricidad, sin caminos adecuados, rodeado de nieve. Es el año 1917 y la Revolución está en el aire. El joven médico se enfrenta a sus primeros pacientes con la inseguridad que le provoca su falta de experiencia. Pero no está solo: cuenta con la ayuda de polvorientos manuales de medicina, dos comadronas que desconfían de su juventud, un enfermero y un campesino que se encarga de cuidar los caballos y preparar vodka. Así, el joven médico debe tratar casos de piernas destrozadas, ojos infectados, sífilis, difteria. Hay días en que debe atender a más de cien pacientes, o recorrer largas distancias bajo una tormenta de nieve por una urgencia. Estos relatos, escritos por Mijaíl Bulgákov entre 1916 y 1918, están basados en su propia experiencia como médico en un hospital de provincias. De ellos se ha dicho que, a partir del entorno hostil donde suceden, Bulgákov intentaba expresar que un médico en la Rusia de aquella época era alguien que debía enfrentarse con una fuerza de la naturaleza. Jamás, ni siquiera cuando esté conciliando el sueño, murmuraré con orgullo que nada me sorprenderá. No. Y así como ha transcurrido un año, transcurrirá otro y será tan rico en sorpresas como el primero... Por tanto, hay que aprender con humildad. «Este libro tiene una frescura y una intensidad que lo convierten en el favorito de muchos». Doris Lessing «Estos relatos sencillos pero extraordinarios obtienen su fuerza del hecho de ser, al mismo tiempo, el testimonio del crecimiento de un hombre joven. Uno descubre que Bulgákov se convirtió en novelista no porque tuviera material, sino porque había estado almacenando pasión y carácter». V. S. Pritchett