A Graham Greene le bastó hacer que un sacerdote católico en vías de retirarse, y un chofer comunista, que reniega de la vida después de la muerte, y de la humanidad misma, compartieran un viaje en automóvil por las partes más modestas de la España contemporánea, para exponer de manera transparente uno de los grandes dramas de la vida: la tensión entre los idealistas, que creen en un mundo mejor, y los desencantados, que vienen de regreso de todas las experiencias. Las discusiones, las historias y las bromas que intercambian durante una semana crucial cambiarán la vida de ambos.
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