Vivian Gornick vuelve a mostrar, en las irresistibles viñetas que componen Mirarse de frente, su inigualable talento para aunar el recuento de sus propias vivencias y la reflexión, con esa mezcla de ingenio, frescura y sabiduría que ha hecho de ella una autora ya insustituible para tantos y tantos lectores.
En este nuevo libro, Gornick convierte el recuerdo de su experiencia como camarera en los Catskills no sólo en una agridulce aproximación al deseo juvenil y los trabajos veraniegos, sino en una indeleble toma de contacto con las desigualdades de clase y de género. Su periplo como profesora visitante por varias universidades estadounidenses le sirve para trazar una maravillosa y tragicómica radiografía del paisaje académico como suplicio para el espíritu: comunidades aisladas, con sus ritos y rencillas, con su peculiar dinámica de soledad y sociabilidad, donde el alma se enmohece rodeada de seres sólo afines en apariencia. Ya sea para hablarnos de su relación con la ciudad, de su evolución como feminista o para meditar sobre los recónditos motivos por los que una antigua amiga suya, pese a ser admirada y amada por muchos, evadía sistemáticamente cualquier atisbo de intimidad, Gornick vuelve a ofrecernos la singular mirada –valiente y feroz, empática y siempre de frente– con la que encara el mundo.
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