"El Nueva York que yo vivía, por el contrario, experimentaba una rápida regresión. Aquello era una ruina en ciernes, y mis amigos y yo estábamos acampados en mitad de sus fragmentos y sus túmulos. No me angustiaba, más bien lo contrario. La decadencia me cautivaba y aún ansiaba más: magnolios creciendo entre las grietas del asfalto, estanques y arroyos formándose en manzanas elevadas y abriéndose camino despacio hacia la costa, animales salvajes regresando tras siglos de exilio".
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