Desde que sus libros comenzaron a circular en la Europa del siglo XVI, Nicolás Maquiavelo (1469-1527) fue controvertido y censurado. Se lo asoció con la validación de las conductas más abyectas, con los fenómenos más repudiables, del crimen a la tiranía, de la hipocresía a la violencia. Maquiavelo fue quien dijo lo indecible y, a la vez, quien enseñó la necesidad de la mentira y del engaño; un autor de la franqueza sin eufemismos y un maestro de la simulación. Por esas razones, pudo considerárselo tanto un cómplice del poder como un amigo de la libertad. Si sus consejos al príncipe podían ser un "manual para los tiranos", la exposición sin tapujos de esos mismos consejos permitía alertar a los pueblos contra los gobiernos arbitrarios. Su nombre trascendió ampliamente las fronteras del conocimiento erudito y especializado, se convirtió en sustantivo o en un adjetivo para calificar actitudes y conductas, en el sentido común y en el lenguaje coloquial. A pesar de todo ello, y de que Maquiavelo es objeto de atención permanente entre académicos y especialistas, poco se sabe de cómo fue leído en nuestro país.
En este libro, el autor reconstruye y analiza tanto las lecturas sistemáticas de la obra de Maquiavelo en la Argentina como los modos en los que se lo evocó en distintas circunstancias. En este minucioso estudio -que abarca autores, personalidades y políticos distantes en el tiempo y con diferentes, e incluso enfrentadas, apuestas políticas y simpatías doctrinarias-, las apelaciones y las lecturas de Maquiavelo son un objeto de indagación en sí mismas, pero también un recorrido por el pensamiento político argentino a lo largo del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX; un medio para abordar los rasgos políticos y doctrinarios y la reconstrucción histórica del pensamiento político liberal y antiliberal argentino.