¿Son tres? ¿Son dos? ¿Es una sola mujer y a la vez muchas? ¿Dónde están? La voz de Madrehija atraviesa sus propios espejos. O atraviesa el tiempo. O se atraviesa a sí misma, llevándose a uno y otro lado de un vínculo. Imagen y palabra, humana y animal, hija y madre. Mirar y ser mirada. Las fusiones se trenzan y tejen un cuenco. En ese cuenco la complejidad encuentra espacio para desperezarse. Porque decir amor puede ser también decir herida, miedo, paciencia, risa, distancia, decir nudo, enojo, silencio, suavidad, ovillo. No es posible entrar en estas páginas, viajar a la tierra lejana y cercana de este libro, y salir iguales que antes. Es bueno que lo sepan quienes se aventuren.
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