Quizás siguiendo la ruta de Rimbaud, Boy fracassa, poeta norteamericano contemporáneo de los beatniks, no fue a África, como su homónimo. Pero su viaje a Brasil le permitió escribir en soledad, alejado del bullicio cultural del norte, influenciado por el idioma portugués, una obra breve, solitaria y desconocida hasta el momento. Alejado de toda ampulosidad de toda carretera, de versos largos y religiosos, protestones como los barbudos gays que influenciaron al mundo. Boy duplicó la apuesta, escribió poco y sin alharaca. Una rareza dentro de la cultura americana y el primer choque cultural interesante después del comenzado por Elizabeth Bishop en los años 50.
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