No sabemos despedirnos “civilizadamente” parecen decir estos cuentos atravesados por las malas despedidas. Es imposible irnos en buenos términos, aceptar el final. Como si partir, que el otro parta o que la fiesta acabe nos dejara incompletos, impedidos por largo tiempo, vida tras vida.
El amor que salva y redime, en ciertas circunstancias nos hace peores. Nos enfrenta a la incapacidad para admitir su tránsito efímero en nuestras vidas y su huella indeleble.
El amor incondicional es un aprendizaje extraordinario y salvaje que trae algo más alto que la resignación o el olvido: la certeza que hemos venido a aprender a despedirnos.
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