En su primer libro, Mark Fisher llamó “realismo capitalista” a la creencia generalizada de que no es posible una alternativa al capitalismo, de que estamos obligados a enterrar en el pasado cosas como la solidaridad de clase o el concepto de lo público a cambio de seguir conectados al circuito privado de consumo y entretenimiento. Pero, ¿es posible clausurar de manera definitiva nuestros horizontes y resignar todo proyecto transformador? La tesis central que comparten los artículos aquí reunidos es que este presente clausurado, condenado a la repetición y al pastiche, estará siempre acechado por los fantasmas de aquello que ya no es y aquello que nunca fue. Y que es necesario reactivar la memoria histórica y esos futuros perdidos para escapar de la temporalidad detenida en la que vivimos.
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