La figura de Domingo Belgrano Pérez, fundador de la familia Belgrano en el Río de la Plata y padre de Manuel Belgrano, es sumamente atractiva, aunque poco conocida. El propio Manuel ofrece solo una mención muy escueta en su autobiografía de 197 párrafos: La ocupación de mi padre fue la de comerciante, y como le tocó el tiempo del monopolio, adquirió riquezas para vivir cómodamente y dar a sus hijos la educación mejor de aquella época. A pesar de que Manuel resta mérito a su padre, Domingo forjó su riqueza a base de esfuerzo, trabajo e inteligencia, con una gran habilidad para los negocios. Se trató de un digno exponente del poder en el marco de la sociedad porteña de la segunda mitad del siglo XVIII. Una figura encumbrada y eminente, paradigmática, con gran peso propio en la historia social de su época.
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