Con el artista y escritor Fabio Kacero entramos en territorio comanche y es imposible predecir de qué dirección van a volar sus flechas mortales. Nos deja la impresión –la lección– de que hay que saber hacerse el idiota con respecto a uno mismo para poder escribir con tanta naturalidad y tanta precisión en esa naturalidad. Hay jugadas que un aficionado al ajedrez hace como si supiera, y no sólo para atemorizar al rival, sino porque así, obligado a pensar por medio de un simulacro de saber, termina teniendo una idea que de otra manera no se le hubiera ocurrido. Así también se puede escribir, por momentos de un modo maravilloso.
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