Desde fines del siglo pasado, una tormenta de 'ley y orden' ha transformado el debate y las políticas públicas sobre el delito y el castigo de una manera que ningún observador de la escena penal podría haber previsto anteriormente.
Los gobiernos se rinden a la tentación de apoyarse en la policía, los tribunales y la prisión para refrenar los desórdenes generados por el desempleo masivo, la generalización del trabajo asalariado precario y el hundimiento de la protección social. Los cárceles de la miseria describe la formación de este nuevo sentido común punitivo en Estados Unidos por obra de una red de usinas conservadoras de ideas durante la era Reagan, como un arma en su cruzada para desmantelar el Estado de Bienestar, y su exportación a Europa occidental y al resto del mundo, junto con la ideología económica neoliberal que ella traduce y aplica al reino de la 'justicia'.
El libro muestra también que la transición del Estado social al Estado penal, cuya punta de lanza fue el viraje norteamericano al hiperencarcelamiento como singular política contra la pobreza, augura el advenimiento de un nuevo gobierno de inseguridad social que unirá la 'mano invisible' del mercado laboral desregulado con el 'puño de hierro' de un aparato punitivo invasor y omnipresente.
Las cárceles de la miseria se publicó en una docena de idiomas a pocos años de su edición original en francés. Esta apasionada reacción a un tema por demás imbricado en los tiempos actuales muestra la pertinencia de un análisis que esclarece una realidad social.
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