Sin pedir permiso (¿a quién?), ni sentarse modosita a la mesa de la incorrección/corrección política a debatir qué se puede o se debe escribir en literatura argentina, Victoria García hace lo más vital que se puede hacer: patea el tablero y escribe lo que se le canta. Y se le canta vibrante y hermoso, exuberante y brutal. Escribe una literatura salvaje.
Gabriela Cabezón Cámara
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