Si se leen los estudios o historias del dandismo, se verá que casi siempre es asunto de varones. De Oscar Wilde a Baudelaire, y del Beau Brummell a Barbey d’Aurevilly, entre muchos otros, nunca aparecen mujeres. Pero acaso, ¿no hubo mujeres dandis? ¿Cómo definir entonces a Lou Andreas-Salomé? ¿Y a Colette? ¿Qué decir de Anna de Noailles y de George Sand? E incluso Aleksandra Kollontai, ¿no puede ser pensada también como una dandi a su manera? Este libro, enton-
ces, intenta subsanar ese olvido, y reponer la figura de estas mujeres que, como toda dandi, quisieron hacer de su vida una obra de arte.
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