Esta obra es un intento de comprender las muchas paradojas de aquella sacerdotisa que, con voz desgarrada, cantaba «please don?t let me be misunderstood». Y lo consigue. «Moriré a los setenta porque después solo hay dolor» y, en efecto, a esa edad se apagó en el sur de Francia la turbulenta vida de una mujer que conoció la gloria y la humillación, la dicha, la violencia y, desde luego, también el dolor. Nacida en el Sur norteamericano cuando arreciaba la Gran Depresión, Eunice Waymon fue una niña prodigio que soñaba con ser la primera gran concertista negra de música clásica, pero un exquisito conservatorio neoyorquino le cerró las puertas (tal vez, como ella pensaba, por el color de su piel). Ese re
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