Mientras el agua sube y trae cosas: muebles, bolsas, animales vivos y animales muertos, basura, plantas, bultos… una niña ve todo desde la ventana de su casa. Y cuando es de noche, cuando el agua es tan negra como la noche, cuando la creciente se lleva hasta los postes de la luz, lo que no ve lo escucha; lo que no sabe trata de entenderlo reinventándolo.
En ese barrio cercado por la inundación, los chicos se refugian en juegos y enciclopedias y cuidan a una rata preñada. Los adultos son figuras que a veces se agigantan y a veces se vuelven pequeñas, sombras chinas acechantes en las paredes tomadas por la humedad.
CORREO ARGENTINO
DESCUENTO DEL 10% POR TRANSFERENCIA BANCARIA
Protegemos tus datos