¿Y no fue así, en realidad, como empezó todo: con una dicotomía rígida, esquemática, taxativa, que asignaba a quien la profería el garantido lugar del bien y reservaba para sus oponentes el inexorable lugar del mal? La literatura argentina se ha escrito en buena parte en la dislocación de aquella disyuntiva fundante. Las Cautivas, notable obra teatral, se agrega ahora a esa larga serie, y lo hace asimilando toda esa tradición literaria, desde Esteban Echeverría hasta el presente. Aquí las cautivas son dos y lo son una de la otra, se cautivan mutuamente; y no por la fuerza, o sí: por la fuerza del deseo.
Martín Kohan
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