Aya es una adolescente cuyos padres dirigen un orfanato. Se siente desgraciada y sola, abandonada por sus progenitores, volcados en su misión. Su único placer consiste en acudir a escondidas todos los días a la piscina para espiar el cuerpo de Jun -un chico del orfanato- cuando efectúa sus saltos de trampolín. Este relato de una fascinación nos sumerge paulatinamente en una atmósfera mágica y perturbadora gracias a la descripción objetiva de la perversidad de unos seres inocentes y frágiles en busca de su propia identidad, divididos entre su deseo de pureza y de plenitud serena y su tendencia a la crueldad frente al otro.
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