Recuperado por Agamben, Ginzburg y Didi-Hubermann, Aby Warburg no solo ofrece una clave de inteligibilidad para dar cuenta del mundo de las imágenes sino que propone una metodología para el trabajo intelectual que elide la generalización. Los textos publicados por Miluno intentan dar cuenta de dos de sus nociones básicas: Pathosformel y Nachleben. Cualesquiera de las Pathosformeln de Warburg tienen la peculiaridad de vivir más allá de su singularidad, permaneciendo sin embargo singulares. Son formas de Nachleben y por lo tanto invitan a desandar el camino a Ítaca: cualquiera de sus ocurrencias es la originaria, mímesis sin modelo. No se trata, para Warburg, de encontrar el linaje de la ninfa o del cielo estrellado anudando en un originario un advenir posible de la fórmula. Se trata de una pervivencia que se muestra, que está ahí. Por eso la joven del cuadro de Ghirlandaio, la de un relieve romano, la muchacha de Botticelli e incluso la Evita montonera que Burucúa agrega a la lista son exactamente contemporáneas. Contemporáneas de un tiempo sin tiempo en el que cualquiera de ellas y ninguna es la ninfa.
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