Bosnio llega una madrugada de niebla a una estancia venida a menos para trabajar. Su nueva patrona, Vilma, es una mujer entrada en años que más que un peón necesita de alguien dispuesto a escucharla. Por su relato desfilan cabras negras que son, a su vez, hormigas; catorce hermanas de trenzas largas; una mujer china que cultiva duraznos; un caballo de nombre Ferrocarril. La verborragia de Vilma se contrapone al mutismo de Bosnio, que se limita a sacar fotos obsesivamente con su celular. El horizonte nublado del campo y la errancia oral de ella se amalgaman en un paisaje fantasmal, en el que lo real y lo fotografiado desdibujan sus contornos y se vuelcan unos sobre otros. La niebla avanza y deja vislumbrar que todo origen de una narración
CORREO ARGENTINO
DESCUENTO DEL 10% POR TRANSFERENCIA BANCARIA
Protegemos tus datos