Mi tatarabuelo Teodosio Luque cursaba el último año de Medicina cuando fue enviado a la Guerra del Paraguay. En la Batalla de Curupaytí tuvo que amputarle la mano a un soldado para salvarlo. Era Cándido López, el pintor, y la mano herida era su mano hábil. Durante los años siguientes Cándido entrenó su mano izquierda y logró pintar 52 de los 90 bocetos que había hecho sobre la guerra. Uno de sus cuadros estuvo durante años abajo de mi cama, y Cándido se me apareció un día en mi casa para pedirme que terminara sus pinturas. Nos hicimos amigos, me contó su vida y su experiencia en la guerra, trató de enseñarme a pintar al óleo y yo le enseñé a hacer un fanzine y a tomar helado, y entre los dos hicimos este libro.
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